El texto «El atolondradicho» (1972) fue escrito por Jacques Lacan en el contexto de efervescencia intelectual y política del París de la época. Es una intervención polémica y desde una posición radical y crítica buscaba producir avances en el psicoanálisis, siendo un texto clave para entender la propuesta lacaniana.
Un texto que contribuyó a los debates en numerosos campos:
Desafiando la ortodoxia freudiana y la crítica a la IPA, en el campo del psicoanálisis, Lacan reaccionaba contra las lecturas ortodoxas y normalizadoras que se habían hecho de Freud. Propone volver a leer los textos originales de Freud y cuestionar conceptos como el inconsciente, la pulsión y el deseo. Polemiza con lo que llamaba el «establishment» psicoanalítico de la IPA, que buscaba hacer del psicoanálisis una «psicología adaptativa».
En lingüística, Lacan había tomado conceptos de Saussure, Jakobson y otros estructuralistas, pero marca diferencias importantes, ya que la lingüística no puede dar cuenta de la dimensión del inconsciente y de lo real. En filosofía, polemiza con el estructuralismo dominante de Lévi-Strauss, Foucault y Barthes. Si bien dialoga con ellos, rechaza las lecturas globalizantes que reducen todo a estructuras anónimas. Lacan insiste en la dimensión de lo real y del deseo como límites del sentido.
En referencia al contenido particular del texto, Lacan comienza recordando la siguiente aserción: “Que se diga queda olvidado tras lo que se dice en lo que se oye”. En este escrito, Lacan viene a establecer el axioma: “la relación sexual no existe”, que había iniciado en el Seminario 19 y desarrollará después en el Seminario 20.
Formalización : lógica, matemáticas y la reconceptualización del inconsciente
Lacan realiza una serie de planteos controversiales respecto a algunos conceptos establecidos por los psicoanalistas de su época y propone una relectura radical de conceptos fundamentales del psicoanálisis, apelando a la lógica y las matemáticas para formalizar el inconsciente y el deseo.
Para el autor francés no hay universal sin fisuras, sin una excepción que lo niegue o al menos limite. La lógica del «para todo x» aristotélica es problematizada introduciendo la idea del «al menos un x que no». (Ver fórmulas de la sexuación).
No hay relación sexual
Otro concepto central que Lacan busca conmover es su planteo de la tesis provocadora de la «no-relación sexual»: es decir, no hay complementariedad ni reciprocidad natural entre los sexos, cuestionando la creencia extendida de que existe una relación armónica y complementaria entre los sexos. El psicoanalista francés sostiene audazmente que no hay proporción ni reciprocidad plenas entre los sexos:
«Cuando digo que no hay relación sexual, adelanto precisamente esta verdad en el ser hablante de que el sexo no define ahí ninguna relación. Perciban enseguida que no saben, cuando parto de ahí, de qué hablo. No hablo de la famosa «pequeña diferencia», que es aquella por la cual, a uno de los dos, le parecerá cuando sea sexualmente maduro […].
«El no hay relación sexual no implica que no haya relación con el sexo. Es precisamente lo que la castración demuestra, pero no más: a saber, que esta relación con el sexo no es distinta en cada mitad, por el hecho mismo de que las reparta.» (Seminario 19)
«[…] la relación sexual que no es, en el sentido de que no se la puede escribir, esa relación sexual determina todo lo que se elabora de un discurso cuya naturaleza es ser un discurso quebrado.» (Seminario 19)
Lacan usa la frase «no hay relación sexual» para indicar que no hay una complementariedad posible entre los sexos debido a diferencias fundamentales: el carácter incompleto del deseo, los límites del lenguaje y la comunicación. La relación sexual no está inscrita en la naturaleza humana, es imposible de escribir matemáticamente. No hay signos que permitan una relación perfecta, el amor intenta superar esa brecha pero nunca puede lograrlo completamente.
Más allá del complejo de Edipo
Esto lo lleva a criticar la centralidad del complejo de Edipo en la lectura institucionalizada del psicoanálisis post-freudiano. Propone volver a pensar la sexualidad y el inconsciente por fuera de la determinación edípica. Ya no se trataría del drama familiar, sino del impasse estructural de la no-relación entre los sexos.
Para formalizar la lógica de la repetición y la estructura del inconsciente lejos de la narrativa edípica, Lacan recurre a conceptos provenientes de la topología y las matemáticas. Figuras como el toro, la banda de Moebius o el cross-cap funcionan como modelos de lo real en juego en el inconsciente.
Lo apofántico y lo modal
Lacan también distingue en este texto dos dimensiones de la interpretación analítica: lo apofántico y lo modal. Lo apofántico se vincula a la enunciación de una verdad sobre el sujeto. Lo modal tiene que ver con la demanda y el deseo. Para Lacan, la interpretación debe apuntar a la causa del deseo, no limitarse a reconstruir narrativas significativas.
Ética del psicoanálisis ligada al deseo, para Lacan la interpretación no debe consistir en una adaptación del sujeto a ideales sociales, por el contrario, se trata de asumir una ética del deseo, donde el analista encarne la caída de los ideales reguladores del yo.
Crítica al funcionamiento grupal
Otro tema interesante es la crítica en «El atolondradicho» al funcionamiento grupal de las sociedades psicoanalíticas. Ubica que no puede haber grupos psicoanalíticos, ya que el discurso analítico es el que puede fundar un lazo social, justamente sin necesidad de grupo. El grupo es el refugio del analista para no enfrentar el desafío de la posición analítica.
«Mi empresa parece desesperada (lo es por el hecho mismo, en ello reside lo desesperado) porque es imposible que los psicoanalistas formen un grupo. No obstante, el discurso psicoanalítico (es mi desbroce) es justamente aquel que puede fundar un lazo social limpio de toda necesidad de grupo. Como saben que no me ando con miramientos cuando se trata de resaltar una apreciación que, pese a merecer un acceso más estricto, debe prescindir de él, diré que mido el efecto de grupo según lo que añade de obscenidad imaginaria al efecto de discurso[…] Tanto menos se asombrará uno, es lo que espero, respecto de ese decir, puesto que es históricamente verdadero que fue la entrada en juego del discurso analítico la que abrió la vía a las prácticas llamadas de grupo y que estas prácticas no producen sino un efecto, si oso decirlo, purificado del discurso mismo que permitió su experiencia. En esto, ninguna objeción a la práctica llamada de grupo, con tal de que esté bien indicada (no es mucho decir).»
En «El atolondradicho» y a lo largo de toda su enseñanza, Lacan hace una relectura controversial y radical de conceptos establecidos en la tradición psicoanalítica, con un estilo que busca evidenciar los límites del saber analítico de su época y es de su interés volver a la historia de los conceptos, trabajándolos desde una perspectiva crítica y, en algunos casos, esclarecedora, lo cual generó un profundo impacto que resignificaba el campo del psicoanálisis contemporáneo. ¿Lo consiguió? Claramente, no.
Lacan, Jacques, Otros escritos, El atolondradicho, Paidós, 2012, pp.473, 488,498,499
Lacan, Jacques, Seminario 19: …o peor (1971-1972), Version Escual Freudiana de Buenos Aires, Ricardo Rodriguez Ponte, Clase 1
8 de Diciembre de 1971
L’Étourdit -El atolondradicho de Jacques Lacan fue escrito en 1972 en París, Francia y pertenece al seminario inédito «O peor…» que Lacan dictó entre 1971 y 1972.
https://www.lacanterafreudiana.com.ar/2.5.2.2%20%20%20L_ETOURDIT_1972-%20FR.pdf