¿Qué es la angustia?
El Diccionario de psicoanálisis [i] la define como un afecto de displacer más o menos intenso que se manifiesta en lugar de un sentimiento inconsciente en un sujeto a la espera de algo que no puede nombrar.
Añade que este afecto displacentero se acompaña de sensaciones físicas, que van desde la contracción del estómago a la parálisis total, y con frecuencia lo acompaña un dolor psíquico intenso.
¿Qué dice Freud?
Las teorizaciones de Freud en relación a la angustia fueron durante toda su obra, transformadas, revisadas y problematizadas en diversas ocasiones.
Muy pronto se preguntó sobre el objeto de la angustia. En 1894, en el manuscrito E aparece la pregunta ¿Cómo se origina la angustia? En 1932, en la 4ª conferencia de Nuevas lecciones introductorias al Psicoanálisis, se planteó nuevamente la pregunta ¿A qué teme el ansioso? En sus primeros trabajos teóricos, adoptó un enfoque extremadamente médico sobre los ataques de angustia, y el lugar del cuerpo en este afecto: ataques de angustia que afectan la función cardíaca, alteraciones respiratorias, episodios de sudoración y mareos motores.
Freud sitúa que, la libido no satisfecha, produce una cantidad de excitación que el sujeto no puede tramitar y procesar, en consecuencia, aparece la angustia. Es decir, no encuentra una salida adecuada y se metamorfosea en angustia. Es decir, considera la angustia como la causa de la neurosis y la atribuye a la sexualidad y a su represión como mecanismo, en las distintas variaciones de la sexualidad: La angustia surge de una transformación de tensión acumulada y esa tensión es de naturaleza física y psíquica.
Carta a Fliess
Sin embargo, en una carta a W. Fliess (1894) vacila en esa atribución de la angustia a la sexualidad, diciendo que cuando comenzó a formular hipótesis, estaba en el camino equivocado: Me parecía que la angustia que sufrían los enfermos no era sino la continuación de la angustia experimentada durante el acto sexual, por lo tanto, de hecho, un síntoma histérico.
En 1895, Freud encontró en la angustia un vínculo con las fobias de las neurosis obsesivas y lo que llamó las neurosis de angustia.[ii] En 1926, escribió Inhibición, síntoma y angustia [iii] : Antes, consideraba la angustia como una reacción general del yo sometido a condiciones de displacer. Y plantea a la angustia como afecto, subrayando que “la angustia no es producida como algo nuevo a raíz de la represión, sino que es reproducida como estado afectivo siguiendo una imagen mnémica preexistente”, en este momento distingue:
Un nivel voluntario y consciente que es producida por el yo cuando una situación de peligro real lo amenaza y la angustia tendría como función evitar el peligro.
Un nivel involuntario –automático- e inconsciente que de alguna manera instaura una situación de peligro similar a la del nacimiento (O. Rank) que pondría en peligro la vida del sujeto. Esto conduce a una nueva definición en la que distingue dos niveles:
- Un afecto entre sensación y sentimiento, en reacción a una pérdida a una separación.
- Un afecto señal como respuesta a la castración.
La angustia es la reacción-señal ante la pérdida o separación de un objeto fuertemente investido libidinalmente, se trate de la madre o del falo. El punto en torno al objeto de la angustia es la diferencia existente entre la teoría freudiana y la enseñanza de Lacan, para este último, la angustia se genera por la presencia del objeto.
¿Qué dice Lacan?
En el Seminario II el concepto de angustia para el autor francés, es algo ante lo cual todas las palabras cesan y todas las categorías fallan, ese es el objeto por excelencia de la angustia. La misma no está en el campo del significante sino del objeto: Esto precisa, de entrada, que la angustia contiene en su misma hechura una fuerza orgánica situada en el registro de lo real que hace, desde luego, trastabillar al sujeto escindido por su deseo.
Lacan, desde noviembre de 1962 a junio de 1963 se dedica a elaborar una articulación lo más precisa posible de este concepto y trata no tanto de describirla o comprenderla, sino de registrarla en su posición estructural y en sus elementos significantes: es decir, su límite y su función: La angustia debe situarse en un lugar distinto que la amenaza de castración
Distingue la angustia de las emociones y al hacerlo, cuestiona los principios psi que “establecen, en profundos estudios sobre las emociones, sus directrices de aplicación de la normalidad organizativa, dominante y cargada de positividad [1] en el sujeto gracias a las astucias del poder”.[iv]
Retoma en este seminario la definición freudiana de que la angustia es un afecto cuya posición mínima es ser una señal. Este es su punto de partida. Sin embargo, señala que la angustia no es la manifestación de un peligro externo o interno, sino que es el afecto que captura a un sujeto, en una vacilación, cuando se ve confrontado con el deseo del Otro. El deseo, en tanto que es deseo de deseo, es decir, tentación, es ahí que en su corazón nos devuelve a esta angustia en su función más original.[v]
La angustia no es un temor sin objeto
Para el autor francés es “falso decir que la angustia carece de objeto” pues se trata de un “objeto distinto” que se encuentra delimitado por el “marco fantasmático”.[vi] El fantasma vacila cuando se ve confrontado con el deseo del otro ¿Qué quiere el otro de mí? ¿Qué soy para el semejante? Pasamos de ser sujetos del deseo a objetos del deseo del otro, ahí hay algo enigmático, y lo angustioso es no saber que soy para el otro.
La brújula del deseo
Para que un sujeto sea un sujeto deseante, es necesario que un objeto causa de su deseo pueda faltarle. Cuando ese objeto causa llega a no faltar nos encontramos en la situación de la inquietante extrañeza (Unheimlich) y es entonces, cuando surge la angustia. Para Lacan la angustia se constituye “cuando algo, no importa que, viene a aparecer en el lugar que ocupa el objeto causa del deseo”.
Cualquier respuesta que pretenda colmar conduce al surgimiento de la angustia. La angustia es por lo tanto la “tentación, no la pérdida del objeto (Freud), sino la presencia, los objetos que no faltan”. En definitiva, en Lacan la angustia no es signo de una falta sino la manifestación, para un sujeto, de una carencia de ese apoyo indispensable, que aporta la falta.
Es lo que no engaña
La angustia se caracteriza por lo que no engaña, es el presentimiento, lo que está fuera de duda. No es la duda, es la causa de la duda. La duda está destinada a combatir la angustia, esto entra en el orden del síntoma. Por ejemplo, se ve en la procrastinación, con la duda el sujeto posterga el acto y no está ligada a algo que se teme sino a algo que quiere. Pero este fuera de duda es, sin equívoco, una referencia, una puesta en duda del engaño del sistema simbólico vía el significante.
La angustia, con lo anterior, se convierte en un elemento que, aunque enmarcado por el fantasma y auspiciado en lo real, cuestiona el saber-organizativo del sistema simbólico de la cultura.[vii]
La angustia es el signo del deseo del otro
La angustia es lo que nos deja dependiendo del Otro, sin palabra alguna, fuera de simbolización. En en palabras del autor francés: Aquello ante lo que el neurótico recula no es la castración, sino que hace de su castración lo que le falta al Otro. Hace de su castración algo positivo, a saber, la garantía de la función del Otro.[viii]
La neurosis no deja de ser una defensa contra aquello cuya señal es la angustia y en muchas ocasiones lleva al sujeto a la consulta del analista o en otros casos al uso de psicofármacos.
¿Cuál sería el remedio?
El psicoanálisis lacaniano es una corriente que se aparta de cualquier psicología de las emociones y defiende la conveniencia de pensar el afecto en continuidad con la noción clásica de Aristóteles en la Retórica, en su insistencia en la capacidad del discurso para modificar las pasiones del sujeto.
Desde la respuesta que da Lacan, el remedio es el deseo, hay que angustiarse para desear. Y lo que mejor sienta para salir de esa posición de objeto de deseo es ser sujeto del deseo y para que se de ese paso, es necesario que el sujeto pueda hacerse dueño de sus elecciones, responsable de sus decisiones, libre para elegir…Y eso implica asumir que algo se pierde. La angustia está relacionada con el deseo tanto en su causa como en su solución.
Esta vieja angustia,
esta angustia que desde hace siglos traigo en mí,
ha rebasado la tinaja.
En lágrimas, en grandes imaginaciones,
en sueños de pesadilla sin terror,
en grandes y súbitas emociones sin ningún sentido.
Rebasó.
¡No sé cómo conducirme por la vida
con este malestar haciéndome dobleces en el alma!
¡Si al menos enloqueciese de veras!
Pero no, es este estar entre,
este casi,
este pudiera ser que…
esto.
[…]
Poema: Fernando Pessoa Esta vieja angustia, 16 de marzo de 1964
[i] Diccionario de psicoanálisis, bajo la dirección de R.Chemama y B. Vandermersch, Amorrortu Editores, 2ª edición, Bs.As., 2010.
[ii] Sigmund Freud, Sobre la justificación de separar la neurastenia de un determinado síndrome en calidad de neurosis de angustia (1895), en Obras completas, vol. III, Bs.As., Amorrortu, 1992.
[iii] Sigmund Freud, Inhibición, síntoma y angustia (1926) en Obras completas, vol. XX, Bs.As., Amorrortu, 1992.
[iv] Juárez-Salazar Edgar M., Bernal Saldaña, Diego A. La angustia: su acústica y su negatividad política, Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, Escuela de Estudios en Psicoanálisis y Cultura, Revista de Psicoanálisis.
[1] La positividad como una práctica técnica, productiva y normalizadora.
[v] Jacques Lacan, Seminario X, La Angustia, clase 25: 3 julio 1963, Versión critica de Ricardo Rodríguez Ponte. Bs.As.
[vi] Ibíd.
[vii] Juárez-Salazar Edgar M., Bernal Saldaña, Diego A. La angustia: su acústica y su negatividad política.
[viii] Jacques Lacan, Seminario X, La Angustia.
Imagen: Ansiedad, 1894, Edvard Munch