Imagen de hombre frente al espejo

Las tres grandes heridas narcisistas

En un trabajo escrito a fines de 1916, titulado “Una dificultad del psicoanálisis”, Sigmund Freud plantea que el amor propio de la humanidad, en alemán Eigenliebe der Menschheit recibió tres graves afrentas –Kränkungen- de la investigación científica.

La primera herida narcisista la generó Nicolás Copérnico, llamada “cosmológica”, es atribuida a Copérnico, aunque haya sido enunciada antes por los pitagóricos.

Hasta que él logra que el heliocentrismo se imponga a partir del siglo XVI, la teoría geocéntrica representa algo así como el testimonio de nuestros sentidos, siendo su refutación penosa e irritante es porque toca el núcleo del narcisismo:“…la posición central de la Tierra era para él (para el hombre) una garantía de su papel dominante en el universo y le parecía que armonizaba bien con su inclinación a sentirse el amo de este mundo” (Freud, 1999: 132).

La segunda herida narcisista la inflige Charles Darwin, dice Freud, cuando en su teoría de la evolución le quita al hombre su condición de criatura divina, hecha a imagen y semejanza de dios y nos coloca como un animal más de la naturaleza, sólo un eslabón en la escala evolutiva. El amor propio herido es, a mi entender, más precisamente, el de parte significativa de la civilización occidental, educada o modelada por el periodo antropocéntrico de la filosofía griega y, especialmente, por la religión monoteísta: estos son dos de las fuentes que explican la “arrogancia” occidental, ajena a niños, “hombres primordiales” y sociedades “primitivas”.

Y la tercera herida narcisista la humillación: el hombre que sabía que ya no es ni el señor del cosmos, ni el señor de los seres vivos, descubre que no es ni siquiera el señor de su psiquis. Al introducir el concepto de inconsciente, ya no es ese ser libre y racional sino apenas un sujeto sujetado a los caprichos de su deseo. De algún modo, viene a destronar al sujeto cartesiano, porque al cogito ergo sum —pienso, luego existo— le opone lo contrario: yo soy allí donde no pienso.

El psicoanálisis es la última en cuanto a fecha de las graves humillaciones que el narcisismo, el amor propio del hombre en general, ha recibido hasta el presente de la investigación científica.

Referencias

Freud, Sigmund, Una dificultad del psicoanálisis. Amorrortu Ediciones. Tomo XVII, pp.125-135