«En Kierkegaard la angustia es el estado en que caen todas las máscaras con las que el sujeto pretende atribuirse una ilusoria identidad: remite a la soledad del individuo frente a la mera “nada” de lo posible; y a la necesidad únicamente referida a él mismo de responder sobre el destino de su existencia«.
En el pensamiento filosófico nace y se articula la idea moderna de angustia con Søren Kierkegaard (1813-1855) en el siglo XIX. El filósofo danés marcará el curso que seguirá la filosofía en el siglo XX, su pensamiento es uno de los principales precedentes del existencialismo.
Con el redescubrimiento del trabajo de Kierkegaard, aparecen las obras de Heidegger Sein und Zeit (1927), Was ist Metaphysick (1949) y de Sartre L’Être et le Neant (1943) sin olvidarnos de la literatura de aliento filosófico de Camus y otros.
Al mismo tiempo, las concepciones sobre la angustia empieza a jugar un papel destacado en los estudios de la psicopatología, en la psicología dinámica, especialmente en la obra de Sigmund Freud y posteriormente retomada de manera diferente por Jacques Lacan en su famoso Seminario X dedicado a la angustia.
¿Qué es la angustia para Kierkegaard?
Kierkegaard analiza la angustia junto a la noción de libertad que nos interpela a nivel personal sobre nuestras decisiones. Con el término en danés Begrebet Angest, Kierkegaard propone su idea de angustia como “mareo de libertad” relacionándola con la autoconciencia: “La angustia es el vértigo de la libertad”
El paso clave que da el autor en El Concepto de la angustia (1844) es que ve la angustia como un fenómeno que forma parte de la existencia humana y de una manera tan radical que la determinación de lo que es la angustia, lleva a la comprensión de lo que es el ser humano.
El filósofo recoge tres determinaciones de la angustia: la ambigüedad, la separación de la angustia de un objeto concreto, y la reflexión:
La angustia es “completamente diferente del temor” que se refiere a algo concreto, mientras que el objeto de la angustia es “nada” – siendo que el temor, al igual que la pena está ligado a su objeto, en la angustia el sujeto se relaciona consigo mismo, con su propia posibilidad-.
¿Qué nos enseña la angustia sobre el hecho de ser humano? Revela que el ser humano es un yo enfrentado con la tarea de devenir sí mismo
En la angustia el hombre se relaciona con una posibilidad que es la suya propia, en el sentido de que es una posibilidad de relacionarse él por sí mismo: el sujeto se relaciona con la propia posibilidad de relacionarse, puede descubrirse a sí mismo como un yo.
«El ser humano se relaciona con consigo mismo de tal manera que a la vez está separado de sí mismo»
El ser humano es una síntesis de lo anímico y lo corporal sustentado por un tercer elemento, el espíritu: y este último es lo que mantiene unido lo heterogéneo que es uno mismo».
«El conjunto formado por el hombre es muy frágil y la relación entre estos elementos heterogéneos puede convertirse en una desproporción, y esto es precisamente lo que muestra la angustia».
Lo que hay que mantener unido en una síntesis es el pasado (el que uno era) y el futuro (el que uno será). Por tal la angustia se trata de que postura tomar ante la “posibilidad” y con ella ante el futuro, pero eso también implica como se relaciona con el pasado, en una segunda síntesis que llama temporal:
“El ser humano era, pues, síntesis de alma y cuerpo, pero además síntesis de lo temporal y de lo eterno” y el tercero de esta síntesis en el instante “en el que el tiempo y la eternidad se rozan mutuamente”.
En el instante se delimitan el antes y el después. Hasta el instante que delimita “aquella mencionada división no cobra importancia: el tiempo presente, el tiempo pasado y el tiempo venidero”.
En la angustia el ser humano “descubre su propia libertad como posibilidad” se enfrenta a la situación de tener que elegir él mismo, como señala Kierkegaard el hombre es inevitablemente libre. La angustia se refiere a ese futuro que es la posibilidad de la libertad. Cada sujeto es un ser único, y si queremos describir y analizar a uno en particular, a la que tiene que recurrir, antes que nadie, es a su propia persona y a su propia vida:
- La angustia está unida fundamentalmente al instante que delimita, en el que el tiempo mismo se transforma.
- Se da una relación con una posibilidad futura.
- Esta posibilidad es la de la libertad.
Esa libertad, dice Kierkegaard, hay que aceptarla, conlleva un peso, en el sentido de la responsabilidad por esa misma libertad. Kierkegaard invita a que vivamos una vida auténtica, aunque seguramente incluirá angustia.
Es necesario el acto que no es otro que decidir, y estas decisiones nos lleva a realizar ciertas actividades en detrimento de otras, nos obliga a renunciar: la angustia del devenir del que será de nosotros.
“La vida solo puede ser comprendida hacia atrás, pero únicamente puede ser vivida hacia delante”
Fuentes citadas y/o consultadas
- Kierkegaard, Søren, El concepto de la angustia, 2ªed. Editorial Alianza, 2013.
- Grøn, Arnie, El concepto de la angustia en la obra de Kierkegaard, Thémata, Revista de Filosofía, Nro. 15, págs. 15-30. 1995.
Søren Aabye Kierkegaard, filósofo y teólogo danés (Copenhague 1813–1855). Recibió de su padre, quien influyó profundamente en él, una severa educación religiosa. Estudió Teología en Copenhague, donde se doctoró en 1840 con la tesis Sobre el concepto de la ironía, pero no consiguió la carrera de clérigo. En los años 1841 y 1842 estuvo en Berlín y fue alumno de Schelling. Posteriormente vivió en Copenhague y, gracias a un pequeño capital que le dejó su padre, pudo dedicarse a la creación de sus libros: publicó cerca de treinta obras, la mayor parte bajo seudónimo.