El ensayo sobre la transitoriedad fue escrito por Freud en noviembre de 1915, aceptando una invitación de la Berliner Goethebund para colaborar en un volumen conmemorativo que fue editado al año siguiente bajo el título de Das Land Goethe. Vergänglichkeit, que al español puede ser traducido como transitoriedad, perecibilidad o también, efimeridad.
En este texto de Sigmund Freud, se abordan varios temas relacionados con la apreciación de la belleza, la transitoriedad de las cosas y el «proceso del duelo». Freud argumenta que la transitoriedad, lejos de disminuir el valor de las cosas bellas y perfectas, en realidad les otorga un valor más profundo debido a su limitación en el tiempo. Compara la belleza de la naturaleza con la belleza humana y la obra de arte, sosteniendo que la brevedad de la vida de estas últimas las hace aún más espléndidas.
El autor argumenta que la transitoriedad no debería restar valor a lo bello o perfecto, ya que su significado y aprecio están relacionados con nuestra experiencia sensitiva en el momento presente. Además, Freud reflexiona sobre la idea del duelo y por qué la pérdida de algo que amamos o admiramos nos afecta de manera tan profunda. Explica que la libido, la capacidad de amar, se libera cuando perdemos un objeto amado y puede buscar otros objetos o volver temporalmente al yo. Sin embargo, el desapego de la libido de sus objetos amados es doloroso, y este proceso es lo que llamamos duelo.
Freud también menciona una conversación que tuvo con un poeta y un amigo antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, y cómo esta guerra cambió la percepción del mundo. La guerra destruyó la belleza de muchas regiones, obras de arte y logros culturales, y también reveló la parte oscura de la naturaleza humana. Freud sugiere que, aunque la guerra empobreció la cantidad de objetos amados, la libido se invierte intensamente en lo que queda, como el amor a la patria y la ternura hacia los seres queridos.
Finalmente, Freud plantea que aquellos que creen que los bienes perdidos se han desvalorizado debido a su fragilidad están en un estado de duelo por la pérdida. Sin embargo, el duelo, aunque doloroso, eventualmente termina. Una vez que superamos el duelo, nuestra libido queda libre para buscar nuevos objetos de amor. Freud sostiene que, con la superación del duelo, la apreciación por los bienes culturales no disminuirá y que reconstruiremos lo que la guerra ha destruido, quizás sobre una base más sólida y duradera.
Aquí el texto freudiano:
Freud, Sigmund, Obras completas, La transitoriedad (1916[1915]), Tomo XIV, 2ª edición, Buenos Aires, Amorrortu: 2012
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