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«Sedados»: el consumo de psicofármacos en occidente

Psicofármacos

Hace unos meses llegó a mis manos el libro “Sedados” de James Davies [1]. Quiero destacar y compartir con ustedes en esta reseña algunas ideas sumamente interesantes.

El autor identifica claramente que la raíz económica del problema actual sobre el consumo de psicofármacos en occidente es el hecho de que aquellas formas de subjetividad que amenace el funcionamiento óptimo del mercado se convierten en la más fácilmente patologizada y desacreditada, al igual que otras formas de ser, consideradas antitéticas al gran proyecto neoliberal.

Los psicoanalistas somos conscientes de que la indicación médica cuando un sujeto se presenta en los servicios de salud angustiado o triste como consecuencia de ciertas dificultades vitales importantes, el primer recurso del especialista es el psicofármaco y en algunas ocasiones la TCC (terapia cognitivo comportamental), y sobre todo ¡volver al trabajo rápidamente! 

Davies, demuestra en su investigación que en contadas ocasiones se pone a disposición de las personas lo que él llama las terapias de la conversación que pueden facilitar mejor la confrontación a sus dificultades vitales y su resolución.

También, muchos sujetos a los que se les indica psicofármacos como tratamiento de ninguna manera padecen problemas biológicamente identificables, sino que experimentan las consecuencias de las dificultades vitales.

Optimistas, resilientes, individualistas y económicamente productivos

Explica en el libro que las grandes corporaciones y los gobiernos contribuyeron en su momento y contribuyen aún hoy a promover una concepción de la salud que sitúa como ideal a una persona con estas características: resiliente, optimista, individualista y económicamente productivo.

No significa nada más que alguien capaz de satisfacer las necesidades del mercado, con un enfoque centrado en aliviar, sedar y despolitizar el sufrimiento.

Políticas económicas y salud mental

En una entrevista [1] con James Davies sobre el libro, señaló que el sector de la salud mental prácticamente no ha encontrado marcadores biológicos que respalden su tratamiento de la angustia y que su “base de pruebas” varía y es modificable en  la dirección en la que los poderosos grupos de interés exigen que vaya.

Además, el autor destaca que él no siguiere que esta connivencia se haya producido de forma conspirativa o calculada, explica que ha sido una consecuencia de la lucha del sector de la “salud mental” por sobrevivir bajo el conjunto de disposiciones económicas neoliberales.

¿Cómo ha podido prosperar el sector a pesar de sus constantes malos resultados?

Responde que ha sido por los siguientes mecanismos:

Despolitización del sufrimiento

El sector salud arraiga el sufrimiento únicamente en las causas individuales y no en razones sociales, favoreciendo así el yo por encima de cualquier crítica a la economía actual y capacidad de reforma social y/o económica.

Privatización del sufrimiento

El sector salud redefine la “salud mental” individual en términos compatibles con los objetivos de la economía. Por ejemplo, la salud se caracteriza por comprender valores, sentimientos y comportamientos como la ambición personal, el trabajo y la positividad que conducen al crecimiento económico, a la conformidad cultural y a una mayor productividad laboral independientemente de si son deseables para el sujeto y la comunidad.

Patologización del sufrimiento

Esto implica que aquellos comportamientos o emociones que perturban o alteran el orden establecido, por tal considerados inconvenientes desde el punto de vista de ciertas autoridades, son convertidos en patologías que requieren un encuadre y una intervención médica.

Mercantilización el sufrimiento

Convierte el sufrimiento en una oportunidad de mercado muy lucrativa para la industria farmacéutica al fabricar sus supuestas soluciones de las que se pueden extraer mayores beneficios, mayor valor de las acciones e ingresos fiscales.

Descolectivización del sufrimiento

Ha dispersado el sufrimiento social en diversas disfunciones autonómicas, reduciendo así las experiencias colectivas y compartidas que en épocas anteriores eran un estímulo vital para el cambio social.

A la pregunta de ¿Por qué el ethos neoliberal se ha vuelto tan poderoso en la sociedad?

Davies, señala que desde los años 80 y 90 cada vez más personas derivan su identidad y estima de si a las posesiones. Todo aquello que consumimos se convierte en indicadores externos de éxito. Cuantas más posesiones y reconocimiento, más aumenta la valía como persona.

Enfatiza cuán poderosa es la política económica de afectar a la dirección en la que todos nos esforzamos, moldeando nuestras identidades, objetivos, personalidades y experiencias en el proceso. La política económica conlleva una teoría de la naturaleza humana: una idea de lo que es saludable y lo que no, de lo que es moral y lo que es funcional, lo que nos motiva y lo que constituye una buena vida. Los sistemas económicos tienen la capacidad de moldear los sistemas psicológicos, y en ocasiones de manera insidiosa.

Según el autor, la psiquiatra utiliza el simbolismo médico para dar a sus decires y práctica aire de autoridad que de otro modo carecería, mientras reformula la experiencia humana de una manera tal que en sí mismo parece benévolo e indispensable como los símbolos médicos de enfermedad, dolencia, trastorno, patología, diagnóstico, disfunción, enfermedad mental.

De esta manera el modelo explicativo de la psiquiatría ubica las diversas experiencias de sufrimiento humano dentro del ámbito de autoridad de su propia jurisdicción reconfigurando el sufrimiento como un problema esencialmente médico que su conocimiento especializado y competencia están en una posición única para tratar.

Las comunidades han desarrollado una profunda intolerancia hacia el sufrimiento, según Davies profesionalizar la “gestión de la salud mental” nos ha descalificado e intimidado, y las comunidades ya no confían en tener la sabiduría o los recursos para responder con eficacia. Desde entonces exiliamos a los enfermos a “expertos” en consultas situadas lejos de los muros de la comunidad, que a su vez acaban, a menudo con buenas intenciones, transfigurando el sufrimiento en una mera mercancía.

La angustia

Asistimos a una profunda intolerancia a la angustia, que hace lazo con el prejuicio contra “cualquier emoción económicamente inconveniente” y así lo establece explícitamente el DSM. El manual en que se basa principalmente la psiquiatría en España y la TCC.

“Toda la preocupación de las profesiones psicológicas de mediados de siglo por reconocer y hacer un uso efectivo de todas nuestras facultades humanas fue reemplazada por una obsesión profesional de la necesidad hacer que las personas sean más capaces de satisfacer medidas económicas abstractas, como volver al trabajo rápidamente”.

Desde el psicoanálisis, sabemos que la angustia nos confronta con un conflicto interior y con la posibilidad de un cambio interno, y sobre todo a la necesidad de reinventar el mundo para que tenga sentido. En la creación y producción de nuevos territorios existenciales.  

 

Bibliografía citada

Davies, James (2022), Sedados: como el capitalismo moderno creo la crisis de salud mental, Editorial Capitán Swing, Madrid.

Barnes, James: Las políticas de la angustia: Un diálogo con el Dr. James Davies en: https://madinspain.org/las-politicas-de-la-angustia-un-dialogo-con-el-dr-james-davies-sobre-su-nuevo-libro-sedados/  Traducción: Redacción de Mad in América Hispanohablante y publicado originalmente en Mad in América el 26 de junio de 2021.